Descripción
Las lámparas de sal proceden de las salinas existentes en la cordillera del Himalaya, lugar donde se dice que hace millones de años, antes de que las placas tectónicas chocaran. Estaban cubiertas por el mar y fueron levantándose hacia arriba, y es por ello, que ha quedado tanta concentración de sal, que junto con otros minerales, le da ese color anaranjado característico de la sal del Himalaya.
Cómo funcionan
Los ionizadores comunes o industriales sólo ionizan y no consiguen mejorar la atmósfera de la habitación , tal y como lo hacen las lámparas de sal.
La lámpara de sal neutraliza los iones positivos, y su color encendido contiene propiedades derivadas de la cromaterapia.
La sal está compuesta principalmente por sodio y cloro (NaCl). El sodio tiene carga positiva y el cloro carga negativa. La lámpara de sal al calentarse atrae moléculas de agua desde el aire y se forma, por tanto, una solución de nacl y h2O. Igualmente el agua (H2O) tiene dos moléculas de hidrógeno, que es positivo, y una de oxígeno que es negativa. Al final de la reacción, los positivos neutralizan a los negativos. Pero siempre queda un negativo suelto que intentará neutralizarse buscando un ion positivo en el polvo, las bacterias, radiación o partículas que corren por el aire de la habitación. De esta manera es como las lámparas de sal ionizan el ambiente y reducen la exposición a los iones positivos. Estos iones negativos también los podemos encontrar en la naturaleza, en lugares como cascadas o lugares donde exista aire puro. Y también, en atmósferas anteriores a una tormenta eléctrica.
Beneficios de las lámparas de sal
Hoy en día es frecuente tener un televisor, microondas, nevera, aspiradora, horno, cocina eléctrica…. Y un sinfín de electrodomésticos que nos hacen la vida más fácil. No obstante, deterioran la atmósfera de nuestra casa con iones positivos muy dañinos para nuestro descanso y para nuestro estado físico y emocional. Por ello, se recomienda colocar una lámpara de sal del himalaya en lugares como oficinas (cerca de las computadoras y de los televisores), en habitaciones de fumadores, en el dormitorio de los niños… Y en definitiva, en cualquier lugar en el que se quiera mejorar la calidad del ambiente a la vez que se disfruta de su alegre color y su iluminación relajante.
Los estudios científicos dicen demostrar que para que vivamos en un medio ambiente beneficioso, necesitamos una cantidad de iones que oscile entre los 1.000 y 1.500 por centímetro cúbico. La realidad es bien distinta. En ambientes cerrados de oficinas o lugares de trabajo donde conviven personas, con multitud de aparatos y ordenadores, se suelen encontrar concentraciones que apenas llegan a los 200 iones por centímetro cúbico.
Como posibles soluciones se encuentran las de airear de vez en cuando la habitación, impedir fumar en su interior, instalar ionizadores de aire (son caros). Y por supuesto, colocar varias lámparas de sal, cuyo efecto ionizador se ve aumentado si se calientan mediante una bombilla colocada en su interior.
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